Diciembre es lo que tiene , si
viene normal, mucho frío.
Hacía tanto frío ayer que
decidimos una excursión a la montaña central de Asturias. Pensamos en el tren
para salir de la ciudad y luego el coche de San Fernando para el ascenso a la montaña. El paisaje no
podía ser más bello: escarcha sobre los árboles, el suelo blanco, el cielo
grisazulado: el color de las mañanas de frío, que a medida que avanza el día se
va convirtiendo en azul transparente.
La estación no era la misma que
la de entonces, cuando de niños viajábamos en el tren porque no había otro
medio. Dos de nosotros habíamos viajado mucho en tren, en comparación con el resto, y uno hasta
había vivido en la estación. Pero otros
aunque no había utilizado tanto en el tren, dejaron volar la imaginación por
los recovecos de las viejas películas, se subieron los cuellos de los abrigos,
calaron los sombreros hasta los ojos, rodearon la nariz con la bufanda y
estalló la magia.
Los altavoces anunciaron en
varios idiomas la llegada inminente del
Nort Expres, procedente de Gijón con destino Pola de Lena. No se bajó ningún empleado uniformado a recoger el
equipaje, así que Chiti como capitana
de la expedición, ordenó a Manolo el transporte del carrito de la compra, muy abultado por cierto.
Seguía sin aparecer el empleado uniformado que viniese a acomodar
a los ocho intrépidos que desafiando el hielo habían comprado un billete para
un tren de cercanías que se convirtió
en el Nort Expres por la expectación que levantó el grupo, más el carrito de la compra.
Cuando llegó el revisor,
debidamente uniformado, la cosa ya tomó cuerpo, el ambiente se estaba caldeando, pues los escasos
viajero no dejaban de mirar con insistencia el carrito; el revisor igualmente le lanzó una mirada desafiante a
la vez que solicitaba el billete al grupo que tenía aspecto sospechoso con los
rostros camuflados. Ellos naturalmente
jugaron al despiste: Loly llevaba un billete
falso, lo cual dio pie a una interrogación tal vez un poco exagerada por
parte del revisor, puesto que su misión era cobrarle doble o hacerla bajar del
tren, pero el carrito cantaba demasiado, además de vez en cuando emanaban
efluvios equívocos que atraían al resto
de los viajeros, con lo cual se formó un remolino en torno a la caterva.
Modesto y Pilina instaron a Loly para
que pagara y así deshacerse del revisor
cuanto antes pues ya estaba resultando un poco pesado. De pronto a Paquita,
tras la mirada inquisitiva de José Mari, le dio un sofoco al percatarse de que
no había sellado lo suficiente el cierre
y comenzaba a emitir fragancias
indeterminadas, que desde luego,
estaban llamando la atención del público que se había congregado en torno a
ellos con el revisor a la cabeza reivindicando su autoridad en el tren. Marisa
estaba ausente, fascinada por el hermoso paisaje de Villallana, cuya planicie cubierta de escarcha, le
recordó a sus ancestros envueltos en
una capa de azúcar glaseada que dejándose lamer por el río.
La megafonía del tren anunció la próxima llegada a Pola de Lena y
la voz contundente de la locutora,
deshizo la magia.
El revisor le dio
un billete válido a Loly que ella pagó, Manolo siguiendo las órdenes de
Chiti se hizo cargo del carrito, Modesto se caló la boina, Pilina el
sombrero y Marisa vió los prados tal
cual estaban: xielaos. Paquita y José
Mari pidieron disculpas por la
huella delatora que el carrito esparció por todo el tren, y cuando éste hizo su parada en la estación todos les
desearon feliz día al tiempo que les
hubiese gustado participar de su fiesta, pero comprendieron que la fragancia
dominante que salía de aquel cajón con ruedas no era otra cosa que el aroma
de los pimientos confitados de Paquita, y no estaba destinado a unos simples viajeros de cercanías. Aquello había que degustarlo
en el Nort Expres por lo menos. Por todo ello
prometieron elevar una petición a las altas instancias de RENFE y
recoger firmas para que se metan el Ave
donde les quepa y fabriquen un Nort Expres que cubra la línea Asturias Madrid,
si es posible con una duración de
Veinticuatro horas y Paquita al frente del vagón Restaurante confitando
pimientos a..., todo tren por supuesto.
FELICES FIESTAS